Pasé mi infancia en Soria, hasta casi los 10 años. Mi madre, a la sazón profesora de Lengua y Literatura, y esa maravillosa ciudad castellana me hicieron amar desde pequeño al poeta de los campos de Castilla.
San Saturio, el Duero, el viejo olmo... todo en Soria es Machado.
Su poesía me ha acompañado desde entonces y, de cuando en cuando, reaparece, como el Guadiana (La Mancha, otra tierra que me acogió y me abrió los brazos de su hospitalidad).
Esta vez Don Antonio ha reaparecido con fuerza en el 70 aniversario de su muerte, el pasado día 22.
Una poesía que lo dice todo. Una lección de cómo hay que entender la vida.
CANTARES
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.
Nunca persequí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...
Nunca perseguí la gloria.
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...
Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."
Golpe a golpe, verso a verso...
Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."
Golpe a golpe, verso a verso...
Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."
Golpe a golpe, verso a verso.
Antonio Machado
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